Monday, May 25, 2009

Síntesis


Hubiese querido dibujarte en mi sangre,
Empapar con canciones mis deseos,
Sellar con mis poemas cada verso
Y alumbrar con mi fuego tus tormentas.

Te llevaría sentada en cada sitio
A recorrer los ámbitos de un hombre,
Sus perfiles agudos y sus rincones tristes,
Sus ansias temerarias y el eco de su angustia,
De parirse en las revoluciones de su época.

Andarías conmigo por la moda,
Cuando apenas tenía catorce años
Escucharías a “Elvis” y a los “Beatles”,
Seríamos guardias rojos cuando cumpliera quince,
Aberrado sexual de dieciséis,
Monje a los diecisiete,
Fabista a los dieciocho...

Te mostraría mis libros y mis versos,
Orgulloso de verte entre sus rombos
Y te seduciría en una alfombra
De un viejo apartamento abandonado.

Te bañarías conmigo y en el paso fatal
De las Termópilas
(te presenté a Leonidas, general?)
Beberías los vinos de Khayyam,
El néctar ampuloso de Poe; morirías con él
En Nueva York y nacerías de nuevo en Otramina.

Y yo a tu lado. Llevándote a mi lado.
Discutiendo a Parménides su diosa y
Buscándole a Heráclito un río.

¡Cómo te hubiese amado!
Hasta el viejo Pitágoras, calculando las ondas
De su música, hubiera armonizado nuestro
Encuentro...
Y en las esquinas órficas de Oriente,
Te besaría de nuevo....
Y vendríamos de pronto hasta Caracas
Y a la feria de Cali en año nuevo.

No has leído estos versos
Porque versos no son.
Te parecía porque los escuchabas
Por mis labios, y en mis labios,
Lo mismo son los versos y la prosa,
Lo mismo son mis cantos y mis besos,
Lo mismo mis discursos y tu aliento.
Lo mismo mi fe en ti que mi ignorancia.
¡Lo mismo es este amor que otro cualquiera!

Y sin embargo... ¡Qué terrible!
No haberte dibujado entre mi sangre.

Bogotá – 1970




Motivos

Metido entre un tren
Desde Yonkers a Manhattan,
El agua dibujada entre cristales,
El “american way of life” rondando;
Y mi sueño americano mezclado con la magia
De tu nariz perfecta.
Pensé en mi exposición.
El sueño era solo eso:
Un sueño.
América es la hembra de nocturna cabellera crespa
O de blonda y amarilla pelambre,
Con los ojos redondos y rasgados
Montada en un “background” de nocturnas pasiones
Que yo fotografío con mis sentidos,
Pensando si el futuro de los hombres
Es mantener los negros perseguidos,
Tener miles de hijos o violar
A las blancas que se extinguen.

En un tren a Manhattan, viendo cómo
El George Washington se quedaba
Faroliándole al Hudson
Toda su artificialidad y su lujuria.
Allí te vi confusa y vagamente
En lo descolorido del paisaje.
En el fondo la vida es un “dead-end”,
Una calle cerrada,
Un camino que se acaba en la noche;
Una noche que se nos vuelve nada en los afanes.
En ese tren viajaba desde Yonkers
Y ligero de sueños,
Colgado del destino cual plomada
Escalé entre mis folios
Hasta verte desnuda y anhelante,
Entonces:
Comprendí que “si solo si”
Tú y yo.
Y decidí venirme a contemplarte
¡a besarte! ¡a comerte!
¡a matar mis angustias con tus senos!

New York, N.Y. 1980




Amor


¡Qué hay un lugar para tí
En el centro de mi corazón
Es vil mentira!

El sitio que te tengo destinado, no es
En el corazón sino en el lecho.
Y no te ofrezco amor eternamente
Sino el tiempo que dure ésta ilusión.
Para entonces tu vida ha de ser mía,
Aunque tu tren se vaya hasta la luna;
Porque cada recuerdo vive siempre
En cada nuevo amante que se encuentre.

Erróneamente pienso cada tarde
Que habrás de aparecer igual que ayer,
Sin comprender –estúpido que soy-
Que cambias de estación por las mañanas.

Dejaré sí,
Que la primera persona,
El yo
Se manifieste
Guardando su dolor en un esperma
Cuyo fruto será la primavera de mis treinta,
Porque el joven de veinte
Que fue tuyo,
Se murió en Bogotá
Entre la polución y entre los buses
Una tarde cualquiera de este Enero..

Bogotá. – 1981



Visiones

El soliloquio de tu fotografía
La fuerza de la paz,
Lo tremebundo...

Las horas van matando mis neuronas,
Revolcando en el fango de la noche
Todos los estertores de mi angustia.
No te he visto jamás.
Te he adivinado.
He soñado con horas de tu amor.
¡Qué recojan mis ansias olvidadas!

He recurrido abscóndito y perplejo
A las profundidades heredadas
De todos los malditos de la tierra
Sabiendo que al final de los abismos
Solo queda el impacto de la nada.

He apostado al valiente y al osado,
He sido impúdico y decente a la vez.
Nunca atrofiado...

He dejado vagar por mi cerebro
Todas las porquerías
Con las que sueñan
Las señoras decentes
Cuando duermen, y al reponer
Las fuerzas de mi cuerpo
Cansado,
Vuelvo a verte
Adivinada
Entre el revelador
De mis espermas.

Como sales de de líquidos
Informes,
Como vienes de aguas seculares,
Como sueñas con ciudades
Perdidas y desiertas;
Como viajas cual loca en los recuerdos.
Te seguiré hasta el borde del abismo,
Para aferrarme más a tu vagina.

New york. N.Y. 1985


Ruptura

Yo te hubiera llevado,
Entre los gritos de la niñez
Que resultó la vida,
A pensar en tu grito,
En el amor que hicimos de la guerra.

Se nos acabó todo.
Era un algo sencillo,
Las palabras calladas,
Envueltas
Las pupilas paralelas y juntas
De nuestras noches niñas.
Silencios. Desvaríos...
Te vi pintada de colores impúberes,
Precoz, furtivamente
Escondiendo a tu amante.
Allá la madre.
Escondiendo mis sienes
En tus andes.
No podré ya decirte, explicarte,
Pensarte.
Rota la comunicación.
Ni las brujas que me contó la abuela,
Podrán resucitar nuestros espíritus.

Se me apagó la vida, está en tu sangre,
Y tantas cosas que me olvidé gritar
Cuando en el lecho, no las diré;
Pero se acabó todo.
Sencillez, claridad;
Así muy simple,
No pensé que al dejarte amaneciendo
Donde nacen las ramas guerrilleras
Y sus hombres
Iba a perder los hilos conductores
Que unían nuestras palabras.

Bogotá - 1975


Laberintos

Dialéctica de besos,
Cópula “in contradictio”.
Los libros caminando con nosotros.
Estas habitaciones.
Los rincones cambiados.
El sofá dormitando,
Mientras viaja de una casa a otra casa.
La gorda que se quedó bebiendo
En nuestra alcoba. ¡fellinesca putana!
Con Lucía, con hambre, con mil niños.
Whiskhy, cigarros, música de radio.

Los libros, el sofá, las cajas llenas.
Sobre el dolor nupcial,
La niña llora.
La tendera, la Martha, los sahumerios, plantas raras.
El local oloroso a fetidez milagrera.

¡Hierbas! ¡hierbas! ¡hierbas!
La cerveza y el pan que desde Súmer
Comparte las jornadas populares.

Todo llenaba todo.
Perdíamos los espacios
Y queríamos botarlos a la mierda.

Crece y crece la locura.
La locura nos toma por asalto.
Una noche en melgar y
Luego un día.
La niña abandonada.
Un gendarme cuidando su dulzura.
Nelsón Henríquez. Aguardiente.
Calentanas con fiebre.
Maridos infamados.
Soledades de esposas.
Martillos de las horas.

Por entre las palmeras: Orión.
César insomne.
El juego de payasos,
Los músicos llaneros,
Las bandas boyacenses,
Bambucos, pasillos, torbellinos.

Todo flotando en aguardiente.
Anís en oleaje.
La disputa. La cuchillada al viento.
La disculpa. El calor y la guardia.
No hay regreso.
En este laberinto nos perdimos
Y lo que allí dejamos,
Aquí sigue viviendo,
Mientras crece la vida
Y la muerte se aviene
A delatarnos.

Bogotá – 1973



Amaneceres


Cómo me gustan los amaneceres.
Es la hora de acabar o empezar.
Es la hora del arte.
El comienzo o el fin de la impudicia.
La línea divisoria entre el amor
Y la pasión.
Entre el amor y el arte.
Entre la soledad y la compaña.

Su lenguaje es la forma de los cuerpos.
La sombra que proyectan el pintor
Y el pintado en la buhardilla.
Es la hora de la Duncan.
Del canto del Bolchevique y la revolución.
Es la hora de Wilde:
Cuando nacen las rosas y se mueren la aves.
(Un ruiseñor herido en una celda).

Es la hora de Chaplin:
Cuando tenía seis años
Y se encontró la musa
Que nacía con el siglo.
Y es grande en un amanecer
o a cualquier hora,
Enterrando a su madre
En el Olimpo, mientras llora
Con ella la centuria.

¡ Cómo me gustan los amaneceres!
En ellos está el arte,
La Duncan, Wilde y Chaplin.

Toda danza,
Lo que sugiere un cuerpo.
La desnudez.
El ámbito de la concupiscencia
Y la lujuria.
¡Libertad dieciochesca!
Exquisitez del soñador,
Ya culto, ya perdido.

La pureza del amor inventado de
Muchas tradiciones europeas.

La cárcel y el dolor de las traiciones.
La infancia de pensión.

Una madre cantando deshojada.
El cabaret plebeyo e ignorante.

Y el sentimiento generoso.
¡Inmenso como la división de la luz!

Entre la oscuridad y las tinieblas,
Y el despertar del día.

Plenitud de la vida son los amaneceres.
La historia pinta en ellos,
La danza, los poemas, la comedia.

Bogotá 1978



Atavismo

Sales de entre las faldas
De mi ensueño
Como si adivinaras mis urgencias,
Te metes, poco a poco,
Entre mis sienes
Y me pierdes de vista
Entre tus anclas.

Te vistes de lucero fugaz,
de naranjales,
de fiebres soporíferas,
de salidas geniales
y de auroras.

Me inventas este mundo
El cual detesto
Y me asfixias sin pago
En el encuentro
De dos necesidades liberadas.

Te despojas de todo cuanto quieres
Con tu pubis abierto y agresivo
Mientras yo derrotado
En el encuentro,
Me quedo sin palabras ni saliva.

Y al querer develar
Ese secreto
Por el que nuestras vidas
Se separan
Surge siempre la entrega
Ilimitada
De mi lanza

Y el grito aterrador
De tu deseo.

New york, N.Y. 1985



Recuerdo del amor

Me llega tu recuerdo
En oleadas,
Vuelvo a verte tendida
En la sabana,
Ansiosa y recatada,
Mientras soñamos
Donceles y doncellas
Bebiendo los poemas
De Khayyam, vinos quemantes
Que hacen erguir tus pezones;
Vinos orientales y españoles,
De Chile y de Francia,
Vinos que urden bohemias
Entre nuestras neuronas
Cuando imaginamos un remedio
Para atajar el cáncer.

Me llegas en el viento de
Una noche de otoño y en
El perfume azul de los veranos.
Vas conmigo hacia el mar
Y recorres estas playas
Con que siempre soñé,
Pero estoy solo.

Sin embargo, seguimos conversando.
¡ Qué maja estás! ¡Mi guapa!
Vuelves para salvarme del desastre.
Cómo duele saber
Que tuve que dejarte
Sabiéndote tan linda
Y aún enamorada.
Nunca olvido esas noches

En que estuvimos juntos
¡Qué noches! ¡Vida mía!
Bogotá todo entero
Solo para los dos.
Todos los músicos
Y todas las canciones
Y en el centro
Los dos
Bailando eternamente
En un mutuo silencio
De alegría.

Amor mío: ¿cuánto puedo extrañarte?
No lo sé.
Y aunque sigues conmigo en la distancia
En el tiempo, en las sombras
Y en mis noches,
En medio de las luces
De este mundo lejano
Que me encanta;
Sé que estas soledades,
Tan tuyas y tan mías,
Que no pudieron nunca ser vencidas,
Son la fuente
De la que brotan,
Terrosos y amarillos
Los caminos informes
Y vacíos
De este laberinto
Al que me llegas
Cuando siento que el pecho
Se me cierra sin remedio
Y acaricio tus senos invisibles
Y me bebo la miel de tu memoria.

New Jersey – 1989




Laberintos # 1

No pudimos engañarte
Destino, ni jugar
A sabuesos, ni leales
Ni traidores,
No pudimos detener
El embrujo de tu mano.
Antes siquiera de
Ninguna razón,
La fortuna se llevó
Convertido en esperma,
Este amor tan inmenso que te tuve.

Como un niño te amé.
No hice preguntas,
No hubo soliloquios,
Llantos desesperados,
Genialidades, versos
Ni tristezas.

Todo fue un solo todo.
Una nada de besos infinitos
Con la seguridad del
Nacer y el morir.
Jamás dude de tí.
Jamás me imaginé
Como un venado,
Huyendo raudo,
Del cazador aventurero,
Del que sale a matar
Para aprender a matar
Y matar sin recelo.

De aquel que conociendo
Nuestra propia debilidad,
Usa la fuerza aterradora
De sus balas
Para arrancarnos lo invisible,
Lo intocable, lo etéreo.
Jamás dudé de ti, ¿cómo podría?

Ahora caminando, adelante,
Hacia atrás, dando vueltas
Y revueltas
Al compás del maestro,
Trato de rehacer lo que me
Queda cuando te esfumas
En mi propia tristeza
Y entre la estupidez
De mis suspiros.

¡Cómo vas a morirte,
Si te amaba!

He llamado a mis dioses
Y se han ido,
Busqué las musas
Que nos acompañaron,
Y los libros, las cajas,
Los olores y todo
Estaba lejos.

Tu presencia y tu ausencia
Como una pesadilla
Me devora
Y sigo caminando
En este laberinto
Que me dejas
Porque me has condenado
Al soliloquio,
Y camino a la muerte
Lleno de soledades y de angustia.

New Jersey – 1989



Soledades # 2

Una caja vacía,
Un rombo hueco,
Ángulos huérfanos,
Triángulos asexuados,
Cadáveres de camas,
Cosas viejas y nuevas
Como sacos de huesos,
Vacías, frías.
Cosas sin alma,
Cosas sin recuerdos,
Cosas sin soledades
Ni compañas.
Cosas así, por ahí,
Cosas tiradas
Por doquier,
Aquí, allá.
Cosas, cosas y cosas,
Soledades solitarias
En laberintos geométricos
De una imaginación
Finiquitada

New Jersey – 1989


Soledad de los Cuerpos

Nos vimos apresados
En el juego
De las banalidades
De los penes
Y en las honduras hondas
De los cuerpos
Que amanecen exhaustos
Tras la aurora.

Nos quisimos besar,
Y en el silencio
De las fracciones
De las notas
Que no alcanzamos a tocar,
El saxo de la noche
Y mi locura
Se hicieron fuego,
Sangre y olvido.

Y ahora... ni recuerdo
Ni vida.
Ni fuego, ni tristeza.
Solo la soledad
Del azul y del verde,
La soledad perdida
De los colores
En esta fotografía
En blanco y negro
Donde se han dibujado
Nuestros cuerpos.

New Jersey - 1989


Soledad de los Otros

Lo nuevo, lo de moda,
Vestirse así o asá,
Caminar hacia atrás
O hacia adelante.
Agotarse cruzando
Puertas y mirando
En ventanas
En las casas ajenas No en la propia.

Envidiando, medrando,
Pisoteando vecinos,
Y apabullando niños
En medio de los parques
Y en las calles
Orinando, escupiendo,
Malversando la vida
Sin remedio
Van borrando como el
Gran dibujante de monitos
Su propia soledad
Y su recuerdo
En este laberinto de mediocres.

Tu Locura

Tres veces nos casamos,
La mañana del béisbol en tu alcoba,
Complicidad de hermanos,
Juego de niños y niños que vendrían.
No soy y siempre he sido,
He sido y ya no soy,
Siempre vivido.
Buscándola entre las multitudes,
Esperando el milagro de sus ojos
(Las esmeraldas no volvieron jamás).

Aquel potrero que se tragó las lágrimas
De aquella tarde infame.
El esposo, la amante
Y la suicida amada
Amante de los dos.
El sueño de las rosas
Que nunca llegaron
Porque nunca se enviaron.

Ahogado entre la alfombra,
No había más de beber;
La pinta marihuana,
La gorda de la infancia
Desperdiciando los ahorros del viejo;
Y el taxi antiguo
Que se llevó tu libro
Apenas acabado, sin comenzar siquiera.

En el mahín quijote,
Agotamos minutos y segundos;
Y no llegamos puros,
Porque supiste antes
De enjuagar con tus besos,
Mi primer Llanto largo,
Que la locura entraba por tu vida
En la forma brutal de mis deseos.

La Mujer Amada

Concentración. Mirarte fijamente.
Aprender de memoria tus rescoldos,
Tus lunares, tus vellos,
Tus recónditas células programadas
Para el placer de los sentidos.
Tus curvas, tus formas, tus blancuras.
Sinfonía de blancos y de negro.
Hombres vestidos y mujeres desnudas.
Tu indómito follaje poblado de recuerdos.
Una noche de amor en las tinieblas,
Besos entre las brumas de la noche de invierno
O a plena luz del sol sobre la playa.

Credenciales innecesarias ante la fuerza brutal
De los sentidos. Axiomas de rectitud, tirantez, duración y fijeza.
Trinidad de tus senos y tu monte
En el viaje de nunca acabar;

Sin salir, sin romper, sin concluir jamás,
La justa injustamente ajusticiada
Por los predicadores y por los moralistas.

Rubricar con cadencias de músicas
Por sintetizador, el cómputo infinito de
Tus entregas desesperadas.
Lúpulo de la tierra hecha mujer.
Levadura del ser y de la vida.
Suspendes esta lira de mis sueños
Cuando desabotono tu cintura
Y encuentro la pradera
De tus nalgas desnudas
Y el césped despeinado de
Tu ballena azul que me subyuga.

Mi oficio eres tú. Pensarte. Inventarte.
Recrearte en mis sueños,
Escribir fantasías en mis desvelos,
Y vencer a la muerte
Montando sin camisa,
A puro pelo.
Cabalgando países llenos de monipodios.
Soliloquiar, gemir, resucitar,
Sobre tu primorosa geografía,
Prodigio de la naturaleza.

Y al final del camino,
Cuando el ensueño
De todos estos años que se agotan,
Se nos venga encima
Y la futilidad de nuestras vidas
Se evidencie,
Ante el empuje nuevo de la sangre
Que brota y se derrama,
Queda siempre el recurso
De descubrir tus formas nuevamente
Y formular entonces
Por enésima vez, el teorema
De tu cuerpo desnudo en la memoria
Churrigueresca de mi tiempo y tú espacio.

Florida 1992


Abulafia y la Soledad

Vine a buscar a Abulafia,
A recorrer la historia
Con la ayuda de círculos
Y sebos y cosenos,
Tratando de entender,
O pretendiendo entender,
Para confirmar, para acertar,
Para decir, pensar, romper,
Para afirmar y agregar
Y luego pontificar.

Vine a buscar a Abulafia,
En la orfandad total
De mi propia memoria,
A contar la frecuencia
De los péndulos
Para borrar cualquier
Vestigio
De esa historia
Que revive mi soledad
Y mi locura,
A imaginar con Abulafia
Que todo fue un mal sueño
Y no he podido.
Vine a donde Abulafia
Y una parafernalia
De esa locura tuya
Invadió los espacios
De los rombos,
Repletó los rectángulos,
Desbordó los cuadrados
Y los círculos
Y me redujo
A un punto
En la línea quebrada
De un cuaderno
Que se llevó
El olvido hacia la nada.

Vuelvo a la soledad

Vuelvo a la soledad
De la que vine.
¡Solitud de palabras y de cosas!
Vuelvo a mi propia clausura.
A ésa, mi condición y mi adherencia.

Me queda ese te quiero
Afeminado y el mirar de tus ojos
Y tu cuerpo
Como un holograma
Irrepetible
Que no puedo cribar,
Oler, gritar.

Te tocaron mis ojos helenísticos
Y te oraron mis
Órficas locuras
Religiosas.
En las tardes lluviosas,
Cuando te vi llegar,
El día primero,
Untada de humedad
Y cosas nuevas.

De una soledad,
A otra soledad,
En el canto falaz
De las múltiples
Determinaciones,
La soledad tan sola
Del poeta.

Abriéndome esta vena
Que derrama el olvido
Como sangre
Y que abraza la muerte,
En el instante mismo,
Donde se concretiza,
Tu orgasmo y mi abandono.

El Monte que te Adorna

La dura crin del
Monte que te adorna,
Marca mi viaje de regreso
A la prehistoria
De nuestras noches niñas.

Cuando el fuego vital
De nuestras pubertades
Se agotaba silente en tu ciudad.
Buscándole horizontes al recuerdo,
Aprobar, constatar, verificar,
No eran funciones de nuestro
Solapado navegar.

Si encuentras, con el paso fugaz
De las pasiones,
Empavonados cuerpos y
Orgasmos infinitos
Sobre las arrugadas
Planicies de otras camas.
Ama a otros hombres,
Ansiando sus caricias voluptuosas
En el moroso evento de los amaneceres.

Ama al temeroso, al cobarde, al miedoso.
Ama lo pando, lo tardo, lo lánguido.

De todo lo que va para el olvido,
¡Lo último que irá son mis deseos!

La dura crin del monte
Que te adorna, será el gran monumento
En mis neuronas
Para esa historia del amor
Y la infamia
En que vivimos.

Te me has ido

Te me has ido
Saliendo del ensueño,
Paso a paso,
Con cada espasmo
De tu vulva voraz
Que me abandona.

Te me has ido saliendo.
Quedo seco.
Mi corazón se muere
De tristeza
Cuando tu hueco negro
Se transporta
A otra dimensión
Que no es la mía.
¿Será este apartamiento,
El principio o el fin
De la ignominia?

¿Es esta soledad,
Parte del ser?
O al ser mismo
Que se agota
En la angustia
De tus muslos.

Te me has ido
Saliendo
Cada vez que
Se exprime
Mi pecho Agonizante
Al ritmo de tu lecho
Adornado con las
Flores del mal
Y los cohetes navideños
Que forjaron los días
De la infancia.

Has cumplido
Venganza y profecía.
He pagado con sangre
Ha sido el precio

No hay gitanos
Que canten
Ni plañideras llorando
Ni tías que me acompañen






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